Espaldas, sólo veo espaldas tambaleantes que forman una multitud que fluye como río furioso, llenando la plaza de mayo con caudales interminables; se inunda completamente, la tierra de los árboles se muestra anegada con pisadas interminables. No hay escape, no hay lugar donde el estruendo no explote, donde no se respire el humo del miedo, el humo del dolor propio y ajeno, el humo de la ausencia. No hay luz capaz de iluminarnos, por lo menos hasta que las bestias con uniformes sigan rigiendo al país. No hasta que se inunden todas las calles con pisadas de esperanza; hasta que se llenen de nuevo los corazones de sueños y las cabezas revienten de ideas, hasta que la noche perpetua por fin termine. Salí de mi casa para sentir un poco la marea de la libertad, para gritar y escupirle al terror. Me despedí de mi madre, me insistía que no viniera, pero yo tenía que hacerlo, tengo que estar aquí y mojarme el alma de luz una vez más, sentir el resplandor de mi voz contra los que me quieren callar. Y me despedí porque sé que no volveré, en cualquier momento me iré, desapareceré y me uniré a las estadísticas, seré sólo un nombre que revoloteará en las listas y nada más, grafías sin voz ni identidad, tal vez una idea en laa sufrientes cabezas de quienes me conocieron. Pero yo quiero ser un ejemplo, un testimonio, un grito de humanidad ante la barbarie sin fin, un revoltoso y un subversivo que se atrevió a soñar y cantar, un muchacho que enseña a no ser adoctrinado y a ser libre, librepensador y libre-actuador, el protagonista del cambio, la paloma que volaba de noche y sin aire. Ahora corro por las calles de Buenos Aires, no sé cuánto me dure el gusto, ya no veo tantas espaldas ni caras, ahora son uniformes, azotes de balas se repliegan por el pavimento y…
Un pedacito de cielo y otro tanto de mar; fragmentos unidos, jamás desvanecidos.
A pesar del continuo dolor y la incansable lucha por la justicia y la verdad, se acepta que ni el horizonte ni la espera son eternos pues así como al sol se lo come el mar con el atardecer, el gobierno se alimenta del pueblo por medio de la desaparición. Se sabe bien que mientras haya calma en la mar, el paisaje se ha disfrutar; lo mismo sucede con la gente, el silencio otorga orden y control para el gobierno mientras que la marcha y el grito desordenan, agitan, rompen esquemas y dan voz a las historias perdidas pero nunca olvidadas de las personas que han sido víctimas de un crimen de Estado o de una serie de injusticias sin pies ni cabeza. Ejemplo de ello es el Río de Plata fotografiado por Viviana Ponieman, en el cual hay redes que sostienen cuerpos arrojados al vacío; redes de pescadores de almas inocentes que han perdido el rostro pero no el nombre, almas cuyo valor continúa en pie de lucha porque se nota el apoyo por parte de civiles; porque se sabe que un simple apretón de manos puede generar empatía, acompañamiento y comprensión y que la historia no se olvida; porque un día, en medio de la justicia y de la paz, las sonrisas serán iguales y no habrá más indiferencia con el prójimo ni almas enterradas en el fondo del mar.
Soy una paloma blanca. Soy una paloma incandescente porque me ha quemado el silencio del pueblo, sin embargo, el día de hoy emprendo mi vuelo. Una abuela de joven mirada abre la caja, y luego otra y miles de palomas salimos proyectándonos hacia el cielo. Dicen que aquí ha habido dolor, que la situación estará mejor. Dicen que luchan por la justicia, que celebran el día de la identidad en honor a los cuatrocientos nietos, o tal vez más, que les hacen falta. Nosotros somos testigos del dolor, del grito contra el genocidio, de la suela de la bota que fue la dictadura. Nosotros estamos del otro lado del puente y para llegar aquí se necesita recordar: recordar a los que murieron y a los que aún siguen luchando. Ahora volamos sobre el río y el mar y si alguien encendiera un foco en el fondo, en la parte más profunda, vería el naufragio de cientos de cuerpos. Cadáveres que yo saludo desde aquí arriba, todos los días: yo jamás los abandono. Yo vivo en Argentina y visito Guatemala, Alemania, Camboya. Soy la paloma que observa tantas matanzas, que conoce mejor que nadie el poder destructivo del hombre y que estará aquí siempre, viéndolos renacer. Porque hay en el ser humano algo que yo no comprendo, así como no me entiendo nunca a mí misma: una esperanza que en los tiempos más oscuros late con más intensidad, brilla cada vez con más fuerza igual que los desaparecidos flotando en el mar.
Marcha de la resistencia #12 Las luchas sociales se desarrollan dentro de ti. Ocurre un cambio dentro, cuando el miedo deja de pesar más que el hartazgo y el dolor, nos pone dispuestos al cambio. La soledad y la fuerza que se experimenta en la fotografía es inmensa, un joven que tiene en la mano un libro, hincado, levantando los brazos, esperando que su ejército se apiade de él, están atacando con gases lacrimógenos, reprimiendo a su pueblo; su posición es una alegoría de la situación de su pueblo, frágil pero valiente de no huir corriendo, con el libro muestra que la mayoría de los masacrados han sido jóvenes, estudiantes que se rebelaron contra la imposición de un régimen destructor. El corazón de argentina se vio fortalecido por la decisión de su pueblo, que tarde o temprano sin nada que perder, decide luchar para cambiar la situación de su patria. La fuerza viene del pueblo y si se decide puede cambiar hasta el régimen más sanguinario e injusto. -Norahenid Fernanda Morales Amezcua
Desde el punto más alto de una duna, se escucha el traqueteo de una carrera veloz, son cuatro patas que se intercalan, la fricción con el piso rugoso hace un sonido acuoso. Un conejo pasa corriendo por un desierto, su pelaje completamente blanco hace contorsionar el ambiente y lo redefine. No hay puntos blancos en el desierto, no hay conejos de ese color en las dunas, mas ahí está, corriendo con dirección a su hoyo con las pupilas dilatadas, puestas en un punto en el horizonte difuso. De pronto se queda parado y siente, como la arena le quema las patas, olfatea el aire y la garganta se la irá cerrando poco a poco; sigue corriendo con dirección al lugar donde ha dejado a sus crías. No encuentra nada; ni el pastizal, ni la pradera, ni el arroyo claro y fresco. Tampoco los amplios bosques, ni las plantas que con cada primavera abren sus flores. No hay nada, un viento ardiente y marchito le funde los ojos poco a poco. Hierven, despacio. Acelera una vez más para intentar sentir un alivio, sentir que el aire refresca su cuerpo envuelto en fuego. Pero no. Sólo siente como las llamas se hacen más largas y queman su pelaje, sólo siente como el mar con sus olas desaparecen del espejismo a lo lejos. Después de unos metros, pierde el equilibrio y cae lleno de hastío, cansancio, ira. ¿Dónde ha quedado su agujero? ¿Dónde han quedado sus crías? ¿Su fresco aire perfumado? ¿Sus rayos cálidos qué caen como seda, dónde los ha dejado? Tirado en el abrasador suelo movedizo, piensa como ha ido a parar toda esa tierra a sus ojos, la garganta se le incendia y su piel se va desprendiendo. En posición fetal acaba su carrera y se queda en silencio. Detiene su reloj a las doce con un minuto y lo deja caer en la arena. Ya no quedan conejos blancos en el desierto; por los francotiradores en la frontera y la border patrol; por el calor del desierto que zumba en las orejas de los blancos conejos podridos. Se han muerto todos sin haber podido bajar al subterráneo inconsciente de los enormes edificios grises. -José Emilio Hernández Martín
La sangre se movía hacia la costa y manchaba la arena de rojo, intentando ser notada por alguien. Nadie quiere decir que ha visto algo raro en el paisaje; la gente finge no notar la alteración en su panorama. Pero todos deciden mejor dejar de pasar por ahí, desvían su camino, y evitan así las manchas color carmesí en sus ojos y sus cuerpos. Dicen que en la sangre está la vida, y aquélla aprovechaba el oleaje para moverse hacia la costa: era su forma de clamar a gritos por atención. Pero ignoraba que aquel viaje que emprendía no era más que la travesía hacia su olvido.
Fotografía número 9 “Madres de Plaza de mayo dan la bienvenida en la marcha de los pueblos originarios” Raúl Ferrari, año 2010. Resignación, tristeza, dolor, manifestación, maternidad, amor, vejez, fortaleza, experiencia, sabiduría. Un grupo de ancianas y madres, reclaman con tristeza al ser o a los seres, que ellas mismas dieron vida con dolor y con amor , en sus rostros se refleja todo tipo de experiencia fémina, que toda madre del globo terráqueo, expresaría y llevaría a cabo en sus circunstancias, la desesperación y el rencor, se ven ocultos tras esas mascaras de resignación y de lucha; al llevar a cabo su manifestación en contra del gobierno argentino, un movimiento con fortaleza y sabiduría, para nunca rendirse, para nunca rendirse en su maternidad natural, que ha llegado a la vejez. Por: Fernando Mendoza Rosas.
Ellas son el alma de una nación, la primera fila en la batalla reclamo su nombre y con pies firmes marcharon. Intentaron callarlas, algunas compartieron el destino de sus hijos pero no importo, todas hubieran preferido sufrir en lugar de ellos y no descansarán, son subversivas, son la memoria de Argentina, la voz que resuena contando verdades que no quieren ser escuchadas y exigen justicia. Ellas mantienen vivos a sus hijos, no dejaran que nadie los olvide, que se conviertan en sólo una cifra y seguirán marchando y alzando su voz ante edificios como el ESMA, denunciando la violación a los derechos humanos, la tortura y matanza que esconden sus paredes y seguirán luchando hasta que regresen sus hijos porque su amor es más grande que todo el poder militar de una dictadura.
Esto no lo veo como algo que hubiera elegido, lo veo más como una obligación; Una obligación con mi familia, con mis amigos, con el futuro. La historia está toda manchada de sangre, y puede que esto solo se vuela un párrafo más en los libros de historia de primaria. Pero si no soy yo. ¿Quién más lo hará? Ya no queda nadie. La carretera se volvió roja, entre golpes y disparos, desaparecieron los pocos que me acompañaban. Solo quedo yo, aquí estoy hincado, el miedo me inutilizó los pies ¿Pero para que los necesitaría? Ya no hay a donde correr.
Este es nuestro mar. Nuestros niños lo saben, se los enseñan en las escuelas. Este cúmulo de agua solía llamarse mar de plata. Ahora ya no es. Este es nuestro país y tenemos miedo. Los niños cantan lo que los adultos callan. ¿Cuántos más? ¿Cuántos más se irán? ¿Tú sabes cuantas flores flotan sobre el mar? Dónde está mi tío, mamá, la tele reza cifras y esa es la respuesta. Ahora el mar es negro, como una masa espesa de petróleo sin estrellas. La espuma es roja, pero no nos devuelve los nombres a la arena, sólo las flores marchitas. No quiero irme todavía.
/Desde acá los extrañamos. No hay un lugar, no hay tumbas, no sé dónde está mi hija, quería abrazarla, o por lo menos despedirme. Quería acomodarle el pelo y decirle que cumplió su sueño de significar un cambio para Argentina. Quería decirle que no fue en vano, quiero darle todas las flores que le he llevado. Pero se han precipitado hacia el fondo del océano y a mí lo único que me quedan, son los recuerdos. Cuántos, cuántos. La esperanza de que no se repita, y la certeza de que allí estaré de nuevo cada jueves… hasta que nos reencontremos, los vivos y los desaparecidos.
Era muy joven para morir en aquel grito hacia la libertad, ver mi bandera caer ante la injusticia de los que creen ser dueños de nuestros sueños. El miedo es el conducto de la oscuridad y mis ojos testigos de aquel nombre que llevan las lagrimas de este espacio oscuro y vacío, realidad. Fuimos todos parte de ella, de los caminos recorridos con palabras de amor que fueron transformándose en gritos de auxilio. Era muy joven para morir, para dejar mi fe; ver mi bandera caer.
Escenas que vienen y van, muertes inocentes, muertes injustas, sonidos quedos, juventud perdida. Ahora todo se ve en blanco y negro, pérdida de colores, pérdida de sentidos; sólo otro color resalta, el escarlata, escarlata de la sangre, escarlata del sufrir, escarlata de injusticia. Madres que lloran se unen en su inconformidad, multitud de mujeres llenas de sufrimiento e indignación, es hora de que la fe regrese, es hora de exigir y de gritar, es hora de que se haga justicia. Todos queremos vivir, nadie quiere desaparecer, nadie quiere tener una existencia siega y sorda; debemos poder hablar, debemos poder gritar, no más muerte, no más pérdida. Vivimos en un mar de asesinatos, de dolor y desesperación, vivimos en Argentina, vivimos en México.
lista de palabras y una pequeña historia, respecto a dos fotos en particular. 1: pañuelo. 2: blanco. 3:hombre. 4: mano. 5: madres. 6: color. 7: sangre. 8: cartel. 9: violadores. 10: justicia.
“Aquel pañuelo con lágrimas”
Aquel hombre valiente que se ha arrodillado en pleno camino, parecía que se derrumbaba con la mirada y la postura que tenía, pero nunca soltó aquel pañuelo color blanco sujetado por la mano izquierda; después las madres, hijas, abuelas, nietas, padres, hermanas y hermanos de los violados, torturados y asesinados frente a la Escuela de Mecánica de la Armada, protestando, mejor dicho pidiendo Justicia, con un cartel conmovedor, con algunas cabezas descubiertas y otras cubriendo desde su frente hasta la espalda con pañuelos, pañuelos blancos, como el que traía sujeto en la mano aquél ciudadano. No es pedir que ni una lagrima mas sea regada, porque ¡Cuando la sangre habla, los huesos duelen! y el pañuelo se convierte en el intérprete de los ojos, secando todas las lágrimas derramadas.
Lista de palabras: Fuego, libertad, tierra, viento, hombre, opresión, miedo, lucha, coraje, valor.
“Cuando lo único libre es la caída…” –Viviana Ponieman. La opresión nos azota de lado a lado, no podemos soportar más este tiempo de tantos tiranos; nos quitan la tierra en la que vivimos, con leyes, por la fuerza; con la fuerza que nosotros mismos les dimos. Pero ahora ya nadie los quieres en el poder, nos desaparecen hermanos, padres, hijos, nietos. Hemos vivido acorralados en miedo, sin aires de libertad, no ha habido nadie que nos libere. Por eso ahora que no queda nada más que nuestras vidas, prendemos fuego a la tierra, porque es nuestra y es nuestro derecho, entraremos con aires de lucha a la muerte y a ésta le sonreiremos, armados de coraje, con nada más que nuestras manos, con nuestros gritos y llantos, en memoria de aquellos que lo hicieron antes que nosotros. Y les agradecemos, aunque los lamentamos, pues nos han dado el valor suficiente para exigir nuestra libertad; de expresión, de difusión, de reunión, de vida. Cuando todos aquellos que se opusieron han sido tirados al mar, para callarlos, y han sido privados de la libertad y de sus vidas, seguiremos luchando, no sólo por nosotros, sino por todos los hombres. Diego I. Vicenteño Almaguer.
Edificio Sistema Armas Adiestramiento Muerte Silencio Cansancio Lágrimas Coraje Máquina
Las nuevas escuelas, hambrientas de la sangre por derramar, aquellas que solo enseñan a matar, aquellas que dejan un silencio en el camino, que hacen gritar a las armas, que hieren a su gente, solo porque así se les enseñó, solo por la victoria de unos cuantos, de unos pocos, de un sin sentir, de extraviarse en lo recóndito de un poder. Que me enseñen a cantar, que me enseñen a pintar y a volar, que me armen con poesía, que me armen con danza, que me dejen en el mundo para poder hablar, hablar de como salimos del horror, de como somos jóvenes, de como somos ancianos de como en cada generación se esconde un horror, demos flores en lugar de armas, demos vida, demos arte, demos letras...
He aquí que las voces se callan, dicen que dicen algo, pero se callan. De rodillas, los brazos aún no tocan el suelo. Hay que estar lapidado, uno sobre otro, amontonados. Abrázame, río, llévame a brazas hasta el mar. Deja que repose éste cuerpo mío, y déjame llorar y llorar. Densa playa que acompañas olas de llanto y alarido, rompe que rompe, llora, hasta el hastío. ¡Ay sangre que dueles! Que enjuagas, que calas, que pagas a hombres y a soldados, niños, madres, estudiantes. Pugna que pugna el hombre y yo me quiero morir sin que se derrame sangre.
Sentado en alguna silla podrás escuchar como cae el cielo a pedazos, tan parecidos a las lágrimas que derrama el que ha perdido a un amigo en tan sólo un segundo, luchando por una igualdad recibió el disparo de la intolerancia de una nación, donde no es norte ni sur, donde por la mañana el sol amanece y por la noche la luna aparece, la misma nación que a todos nos duele, donde hay esperanza y se esfuerzan por matarla, donde hay miedos que callan e ideales que gritan, donde hay niños confundidos, ancianos rendidos y jóvenes buscando un nuevo camino , donde hay policías con uniformes cargando un arma y olvidando el alma en casa, donde hay sangre en las venas y derramada en las aceras, donde hay protestas, donde hay brazos cruzados y otros abrazados a algo más que un ideal, algo más allá de una utopía.
¿Desde cuándo soñar se confundió con abusar? ¿Por qué la igualdad se ha perdido entre tanta soledad?
Los gobiernos engordan de ambición mientras el pueblo adelgaza por comisión, un basta, no bastará, un grito más desaparecerá, el dolor crecerá, las lágrimas dejarán de serlo si la indiferencia sigue creciendo, no es el número de muertes, es el número de quienes prefieren mirar el cielo mientras la tierra se está destruyendo, es eso lo que rasguña al corazón, la sonrisa que no recibimos de extraños porque ni siquiera nos atrevemos a mirarnos, las caras son muchas, las miradas pocas, el miedo, el silencio, las quejas, las guerras internas y todo, todo sigue siendo poco mientras prefiramos voltear al cielo.
"El poeta es un fingidor Que finge tan completamente Que hasta finge que es dolor El dolor que de veras siente."
-Fernando Pessoa
"¡Ay, cuánto me duele!" Y el Pueblo se incorporó de sus rodillas magulladas de tanto rezar y miró al cielo: "¡Mírame a los ojos, Señor! Indaga en mi sufrimiento y apacigua mis sollozos. Que hoy me siento enfermo, agotado, idiota y paria, porque mis hermanos, tus hijos tienen sangre en la cara y en las manos; sangre que corre en riberas de ceniza, entre gritos y sonidos de machetazos, aquí abajo ¡ay! cuánto has descuidado. Con todo respeto, mi Señor ¿pero acaso has puesto tus más crueles rebeldes aquí en mi mundo? Esos que arrancan a mordiscos tus retoños y los siembran entre barro y sangre carbonizados. Esa crápula inhumana con aliento a plomo y ojos del mismo Mefistófeles. ¡Alás! Mi malestar no me cabe en el corazón, Señor; me paso los atardeceres plañiendo por las calles, con los puños en alto y un gesto fruncido, con lágrimas atrincheradas en mis ojeras de cansancio, porque no hay piedra, tumba o altar que pueda soportar tanto dolor. Los muertos gritan aún bajo tu Tierra que tan dulcemente nos creó y su sangre sube hasta mis pies inevitablemente. ¿Hasta cuando tu tormento nos hallará indultados? ¿Es acaso mi culpa? Hoy te ruego piedad, aclara tus demonios, esfuma tus rencores, mándame un hijo fuerte y justo, que su lucha sea la paz y su envergadura el pensamiento; un domador de quimeras y un sabio del dolor, un pescador generoso que nutra y sea nutriente ¡Ay, Señor! Si has de destruirme que así sea, mi sufrimiento no sería en vano; las cenizas son la tierra más fértil y la arcilla más moldeable."
¿Qué somos? ¿Qué hacemos? Nos dejamos patear, sillas vacías con fotos, visajes que jamás regresaran Una ausencia de querer, de paz, de calor humano Nos faltan millones, no solo 43 no solo cientos, sino millones La ausencia de los caídos Nos carcome, nos destruye ¿Qué hacemos? Nada Sólo protestar sin lograr nada Carpetazo a nuestras plegarias Olvido a nuestra vida Sepulcro a la esperanza Y fotos en lugar de cuerpos El rio ya no es azul ni plata Es rojo.
El edificio abandonado de esa ciudad desierta me recuerda aquel lugar que nunca visité, pero que me genera la nostalgia que siento al pensar en mi hogar. Mi Tierra Prometida. El cuerpo abandonado no está solo. Hay decenas, hay cientos, hay miles. Todos están presentes. Los veo. Los veo caminando por esa ciudad fantasma. Ese es mi país, es tu país. Ahí descansan, después de una vida que, inmerecidamente, estuvo llena de dolor y miedo. Están ahí. Están acostados sobre la arena. No están solos, todos están presentes.
Estas sillas tienen dueño y todos están presentes, no hay desaparecidos, hay muertos y su dolor está sentado aquí, no tendrán cuerpos pero todavía tienen rostro y voz. Murieron en manos ajenas, no lo decidieron ellos ni fue el destino quien dicto su final, fue la cruda violencia de aquellos que se sientan en el poder. Hoy el mar huele a sangre y en sus costas se oyen gritos, gritos de los hijos de las madres que jamás olvidaran, jamás se callaran.
Preguntas ¿qué horas son? ¿qué quieren? ¿a qué han venido aquí? Preguntas ¿qué están haciendo? ¿qué van a hacer? Preguntas ¿en dónde están? ¿cuántos eran? ¿cuántos son? ¿quiénes son? ¿cuántos han muerto? ¿cuántos siguen vivos? Preguntas ¿qué voy a hacer ahora? ¿qué con tanta ausencia? ¿qué si me falta más de la mitad del cuerpo? Les preguntas con un rayito de voz muda ¿cómo voy a vivir después de esto?
Mientras el tiempo avanza, lo único que profundiza mi mente es el dolor y miedo de esta catástrofe…la tristeza de ver tantas desapariciones de inocentes personas. Es injusto el horror por el que los padres están pasando. Quiero creer que algún día, la maldad dejará de existir en este mundo.
Lista: Movimiento Flores Arte Agua Coraje Silencio Encima Espejo Hermoso Inmensidad
El agua retumba, se mueve, se repugna. Cada gota que lo compone, cada gota de toda su inmensidad. Su coraje es inmenso y casi hermoso. El mar retumba y nosotros callamos. ¡Mar, no te involucres! ¡Mar, no es tu obligación indignarte! Pero él se niega a quedarse en silencio. ¿No es mi obligación? Me mancharon de sangre, me mancharon de flores, me mancharon de arte, ¿y dicen que no es mi obligación? Y, nosotros, encima, lo vemos como el gigante espejo que es.
“Amplia y dolorosa ciudad donde caben los perros, la miseria y los homosexuales, las prostitutas y la famosa melancolía de los poetas,”
-Efraín Huerta
Resulta extraño pensar en eso ahora, los caminos sucios de las calles que nos ven nacer, las fotografías de familia y los suburbios negros; los años muertos de adolecer ausente. Qué más quisiera yo que regresar a los veranos impíos de misas dominicales y jornadas extenuantes de juego. Ahora las noches no son más que sonidos muertos de un ventanal roto y de las grietas en el piso. Un vaso vacío. Dos platos. La vajilla y los silencios rotos. La cocina tuerta, los muebles empolvados, y mi madre, agrietada, junto a la alacena. Las lámparas de los pasillos, el crujir de la madera falsa en el cuarto grande y los silencios rotos, propiciados por una pelea a cientos de rounds con Joe Louis. La muerte no está aquí. La muerte está en otra parte.
Esta agua ligera me huele a despedida Anhelo hermoso, el anhelo que anhelaban Anhelo claro, claro que te anhelo Muerte solemne, adiós a la vida Mala suerte Sobre el agua ligera, ésta, que me huele a despedida.
mujeres pañales vejez perseverancia pueblo dictadura tiempo dolor amor fuerza
El amor vigente, que las hizo perseverar en su búsqueda, sabiendo que tal vez jamás sus hijos regresarían. El tiempo ha pasado y la vejez a golpeado sus cuerpos, pero su corazón siguió fuerte como símbolo de la libertad. En la dictadura de Videla el dolor no fue más grande que el amor que estas mujeres tenían a sus hijos. Pañales en la cabeza como recuerdo de los que ya no están, el corazón en la mano en la espera y las agallas a pesar que que ellas también podían desaparecer. No importa cuánto azotes a tu pueblo, que siempre resucitara mientras la esperanza viva.
Entre el desfile de sombras, escondo mi tristeza. La debilidad no puede expresarse en pocas líneas. No aquí. Desde los barrotes, extiendo un mar amargo desde mis ojos hacia la libertad de la cual hoy no presumo. Fue tu culpa. Tuya sola. Los gritos nunca me pertenecieron. Lentamente, el llanto ha corroído gota a gota el acero de estas rejas levantadas entre ambos, esperando poder estirar los brazos otro día a tu lado, acompañándote en el más profundo de los sueños. Marco en las paredes cada hora, cada nuevo amanecer, cada nuevo pensamiento, sumido en la oscuridad indefinida de esta noche. La realidad no existe cuando las paredes me sofocan. Pienso aun en tu rostro frente al mío. En tus palabras. En tu piel calentada con mi sangre tibia. Ni siquiera mis manos las encontrarías iguales, amor, pues se encuentran tan envejecidas por el clima como las cosechas, cargadas cada tanto en grandes camiones hacia los mercados. Deseaba, al menos al principio, poder tocar tu cuello nuevamente. Oler tu piel. Saborearte. Huir hacia tu tumba como una lechuza silenciosa. Recordar tus ojos agitados, tu respiración decadente, mis deseos azarosos. Caminabas tan tranquila por las calles cargando la despensa. El alimento necesario para tus niños y tu esposo terminó rodeando el suelo al alcanzarte. Perdóname por decirlo, pero desearía volver a encontrarte aquí dentro. Mas son sólo sueños. Sueños, que no puedo resistir un solo segundo más. No aquí dentro. No otra vez. Prometo alcanzar tu tumba esta misma noche, cuando la palidez eléctrica del aire frío me otorgue esa libertad que los guardias nos otorgan al cambiar el turno. Aquí dentro, entre las tantas cabezas rapadas del bloque E, sueño contigo, con alcanzarte, con tenerte. Ninguna condena habrá de detenerme.
¿Qué tanto es cierto sobre la verdad? ¿Qué tanto puedes saber mentira lo que consideras cierto? ¿Qué puede ser cierto de lo que todos consideramos como verdad? La verdad es subjetiva, la verdad es que hay muy pocas cosas ciertas, como que sangre corre por tus venas, como que la misma sangre que tienes está en el asfalto, la sangre de hermanos, padres hijos, la sangre de tu familia. La verdad es que hay un vacío en tu corazón y en tu alma, el cual no puedes llenar con nada, pues esta hueco por la misma verdad, esas que faltan y los de arriba ocultan, esas que dejan los platos de comida llenos en las mesas, frente a sillas sin dueño, el hueco que hay en los cuartos olvidados, que solo ocupan el polvo y las gotas saldas. La vedad es que cuando naces solo tienes algo asegurado y es la muerte. Lo que tienes seguro es que dejaras un vacío en los corazones de tu gente. Pero aun puedes decidir si te esfumas en el aire como la arena del desierto de la memoria o dejaras una gota en un pequeño estanque en el oasis que ahí encuentras.
En este lugar se cometieron actos inhumanos, así como en muchos otros. Esto es algo muy común actualmente que no mucha gente se impresiona. Yo no te conocía, y tal vez sólo hayas sido una persona más en este planeta, pero hay algo que nos une, un mismo objetivo. Tú y yo somos iguales. Las personas como tú nunca dejarán de existir, dejarán un legado y jamás serán olvidadas. Estarán tus hijos, tu madre para continuar lo que tú deseabas lograr. No se rendirán, y no pueden hacerles a todos lo mismo que te hicieron a ti, eso sería autodestruirse porque ningún hombre puede sobrevivir sin los demás. Si estos seres que acabaron con tu vida son capaces de sentir algo por sus propios hijos ¿por qué asesinarían a los hijos de alguien más? No sé si son seres humanos. Jamás deben ser olvidadas esas víctimas, pero no tendrá caso si esto sigue pasando en todo el mundo, si no se logra la justicia. Melisa Del Valle Leguízamo
Espaldas, sólo veo espaldas tambaleantes que forman una multitud que fluye como río furioso, llenando la plaza de mayo con caudales interminables; se inunda completamente, la tierra de los árboles se muestra anegada con pisadas interminables. No hay escape, no hay lugar donde el estruendo no explote, donde no se respire el humo del miedo, el humo del dolor propio y ajeno, el humo de la ausencia. No hay luz capaz de iluminarnos, por lo menos hasta que las bestias con uniformes sigan rigiendo al país. No hasta que se inunden todas las calles con pisadas de esperanza; hasta que se llenen de nuevo los corazones de sueños y las cabezas revienten de ideas, hasta que la noche perpetua por fin termine.
ResponderEliminarSalí de mi casa para sentir un poco la marea de la libertad, para gritar y escupirle al terror. Me despedí de mi madre, me insistía que no viniera, pero yo tenía que hacerlo, tengo que estar aquí y mojarme el alma de luz una vez más, sentir el resplandor de mi voz contra los que me quieren callar. Y me despedí porque sé que no volveré, en cualquier momento me iré, desapareceré y me uniré a las estadísticas, seré sólo un nombre que revoloteará en las listas y nada más, grafías sin voz ni identidad, tal vez una idea en laa sufrientes cabezas de quienes me conocieron. Pero yo quiero ser un ejemplo, un testimonio, un grito de humanidad ante la barbarie sin fin, un revoltoso y un subversivo que se atrevió a soñar y cantar, un muchacho que enseña a no ser adoctrinado y a ser libre, librepensador y libre-actuador, el protagonista del cambio, la paloma que volaba de noche y sin aire.
Ahora corro por las calles de Buenos Aires, no sé cuánto me dure el gusto, ya no veo tantas espaldas ni caras, ahora son uniformes, azotes de balas se repliegan por el pavimento y…
-Carlos Augusto Torres Peña
Un pedacito de cielo y otro tanto de mar; fragmentos unidos, jamás desvanecidos.
ResponderEliminarA pesar del continuo dolor y la incansable lucha por la justicia y la verdad, se acepta que ni el horizonte ni la espera son eternos pues así como al sol se lo come el mar con el atardecer, el gobierno se alimenta del pueblo por medio de la desaparición. Se sabe bien que mientras haya calma en la mar, el paisaje se ha disfrutar; lo mismo sucede con la gente, el silencio otorga orden y control para el gobierno mientras que la marcha y el grito desordenan, agitan, rompen esquemas y dan voz a las historias perdidas pero nunca olvidadas de las personas que han sido víctimas de un crimen de Estado o de una serie de injusticias sin pies ni cabeza. Ejemplo de ello es el Río de Plata fotografiado por Viviana Ponieman, en el cual hay redes que sostienen cuerpos arrojados al vacío; redes de pescadores de almas inocentes que han perdido el rostro pero no el nombre, almas cuyo valor continúa en pie de lucha porque se nota el apoyo por parte de civiles; porque se sabe que un simple apretón de manos puede generar empatía, acompañamiento y comprensión y que la historia no se olvida; porque un día, en medio de la justicia y de la paz, las sonrisas serán iguales y no habrá más indiferencia con el prójimo ni almas enterradas en el fondo del mar.
Lista de palabras:
ResponderEliminar1. Incandescente
2. Abuelas
3. Emprender el vuelo
4. Testigos
5. Naufragio
6. Abandono
7. Esperanza
8. Renacer
9. Puente
10. Recordar
Emprender el vuelo
Soy una paloma blanca. Soy una paloma incandescente porque me ha quemado el silencio del pueblo, sin embargo, el día de hoy emprendo mi vuelo. Una abuela de joven mirada abre la caja, y luego otra y miles de palomas salimos proyectándonos hacia el cielo. Dicen que aquí ha habido dolor, que la situación estará mejor. Dicen que luchan por la justicia, que celebran el día de la identidad en honor a los cuatrocientos nietos, o tal vez más, que les hacen falta. Nosotros somos testigos del dolor, del grito contra el genocidio, de la suela de la bota que fue la dictadura.
Nosotros estamos del otro lado del puente y para llegar aquí se necesita recordar: recordar a los que murieron y a los que aún siguen luchando. Ahora volamos sobre el río y el mar y si alguien encendiera un foco en el fondo, en la parte más profunda, vería el naufragio de cientos de cuerpos. Cadáveres que yo saludo desde aquí arriba, todos los días: yo jamás los abandono. Yo vivo en Argentina y visito Guatemala, Alemania, Camboya. Soy la paloma que observa tantas matanzas, que conoce mejor que nadie el poder destructivo del hombre y que estará aquí siempre, viéndolos renacer. Porque hay en el ser humano algo que yo no comprendo, así como no me entiendo nunca a mí misma: una esperanza que en los tiempos más oscuros late con más intensidad, brilla cada vez con más fuerza igual que los desaparecidos flotando en el mar.
Por Estefanía Arista Palacios
Marcha de la resistencia
ResponderEliminar#12
Las luchas sociales se desarrollan dentro de ti. Ocurre un cambio dentro, cuando el miedo deja de pesar más que el hartazgo y el dolor, nos pone dispuestos al cambio. La soledad y la fuerza que se experimenta en la fotografía es inmensa, un joven que tiene en la mano un libro, hincado, levantando los brazos, esperando que su ejército se apiade de él, están atacando con gases lacrimógenos, reprimiendo a su pueblo; su posición es una alegoría de la situación de su pueblo, frágil pero valiente de no huir corriendo, con el libro muestra que la mayoría de los masacrados han sido jóvenes, estudiantes que se rebelaron contra la imposición de un régimen destructor. El corazón de argentina se vio fortalecido por la decisión de su pueblo, que tarde o temprano sin nada que perder, decide luchar para cambiar la situación de su patria. La fuerza viene del pueblo y si se decide puede cambiar hasta el régimen más sanguinario e injusto.
-Norahenid Fernanda Morales Amezcua
El conejo blanco
ResponderEliminarDesde el punto más alto de una duna, se escucha el traqueteo de una carrera veloz, son cuatro patas que se intercalan, la fricción con el piso rugoso hace un sonido acuoso. Un conejo pasa corriendo por un desierto, su pelaje completamente blanco hace contorsionar el ambiente y lo redefine. No hay puntos blancos en el desierto, no hay conejos de ese color en las dunas, mas ahí está, corriendo con dirección a su hoyo con las pupilas dilatadas, puestas en un punto en el horizonte difuso. De pronto se queda parado y siente, como la arena le quema las patas, olfatea el aire y la garganta se la irá cerrando poco a poco; sigue corriendo con dirección al lugar donde ha dejado a sus crías. No encuentra nada; ni el pastizal, ni la pradera, ni el arroyo claro y fresco. Tampoco los amplios bosques, ni las plantas que con cada primavera abren sus flores. No hay nada, un viento ardiente y marchito le funde los ojos poco a poco. Hierven, despacio. Acelera una vez más para intentar sentir un alivio, sentir que el aire refresca su cuerpo envuelto en fuego. Pero no. Sólo siente como las llamas se hacen más largas y queman su pelaje, sólo siente como el mar con sus olas desaparecen del espejismo a lo lejos. Después de unos metros, pierde el equilibrio y cae lleno de hastío, cansancio, ira. ¿Dónde ha quedado su agujero? ¿Dónde han quedado sus crías? ¿Su fresco aire perfumado? ¿Sus rayos cálidos qué caen como seda, dónde los ha dejado? Tirado en el abrasador suelo movedizo, piensa como ha ido a parar toda esa tierra a sus ojos, la garganta se le incendia y su piel se va desprendiendo. En posición fetal acaba su carrera y se queda en silencio. Detiene su reloj a las doce con un minuto y lo deja caer en la arena. Ya no quedan conejos blancos en el desierto; por los francotiradores en la frontera y la border patrol; por el calor del desierto que zumba en las orejas de los blancos conejos podridos. Se han muerto todos sin haber podido bajar al subterráneo inconsciente de los enormes edificios grises.
-José Emilio Hernández Martín
"El mar traía espuma ensangrentada y nadie decía nada"
ResponderEliminarSangre, carmesí, oleaje, alteración, olvido, travesía, viaje, paisaje, vida, gritos.
La sangre se movía hacia la costa y manchaba la arena de rojo, intentando ser notada por alguien. Nadie quiere decir que ha visto algo raro en el paisaje; la gente finge no notar la alteración en su panorama. Pero todos deciden mejor dejar de pasar por ahí, desvían su camino, y evitan así las manchas color carmesí en sus ojos y sus cuerpos. Dicen que en la sangre está la vida, y aquélla aprovechaba el oleaje para moverse hacia la costa: era su forma de clamar a gritos por atención. Pero ignoraba que aquel viaje que emprendía no era más que la travesía hacia su olvido.
Por: Claudeé Galindo
Fotografía número 9 “Madres de Plaza de mayo dan la bienvenida en la marcha de los pueblos originarios”
ResponderEliminarRaúl Ferrari, año 2010.
Resignación, tristeza, dolor, manifestación, maternidad, amor, vejez, fortaleza, experiencia, sabiduría.
Un grupo de ancianas y madres, reclaman con tristeza al ser o a los seres, que ellas mismas dieron vida con dolor y con amor , en sus rostros se refleja todo tipo de experiencia fémina, que toda madre del globo terráqueo, expresaría y llevaría a cabo en sus circunstancias, la desesperación y el rencor, se ven ocultos tras esas mascaras de resignación y de lucha; al llevar a cabo su manifestación en contra del gobierno argentino, un movimiento con fortaleza y sabiduría, para nunca rendirse, para nunca rendirse en su maternidad natural, que ha llegado a la vejez.
Por: Fernando Mendoza Rosas.
Madres de Plaza de Mayo frente al ESMA
ResponderEliminarEllas son el alma de una nación, la primera fila en la batalla reclamo su nombre y con pies firmes marcharon. Intentaron callarlas, algunas compartieron el destino de sus hijos pero no importo, todas hubieran preferido sufrir en lugar de ellos y no descansarán, son subversivas, son la memoria de Argentina, la voz que resuena contando verdades que no quieren ser escuchadas y exigen justicia. Ellas mantienen vivos a sus hijos, no dejaran que nadie los olvide, que se conviertan en sólo una cifra y seguirán marchando y alzando su voz ante edificios como el ESMA, denunciando la violación a los derechos humanos, la tortura y matanza que esconden sus paredes y seguirán luchando hasta que regresen sus hijos porque su amor es más grande que todo el poder militar de una dictadura.
Por Analy Tabares
Esto no lo veo como algo que hubiera elegido, lo veo más como una obligación; Una obligación con mi familia, con mis amigos, con el futuro. La historia está toda manchada de sangre, y puede que esto solo se vuela un párrafo más en los libros de historia de primaria. Pero si no soy yo. ¿Quién más lo hará? Ya no queda nadie. La carretera se volvió roja, entre golpes y disparos, desaparecieron los pocos que me acompañaban. Solo quedo yo, aquí estoy hincado, el miedo me inutilizó los pies ¿Pero para que los necesitaría? Ya no hay a donde correr.
ResponderEliminarGerardo García Barrera
Jóvenes,
ResponderEliminarmuchachos,
Levantémonos:
reclamemos
libertad
para el país de plata.
“Había una vez un país con nombre de mujer. La muerte andaba suelta persiguiendo los sueños”
Este es nuestro mar. Nuestros niños lo saben, se los enseñan en las escuelas. Este cúmulo de agua solía llamarse mar de plata. Ahora ya no es. Este es nuestro país y tenemos miedo. Los niños cantan lo que los adultos callan. ¿Cuántos más? ¿Cuántos más se irán? ¿Tú sabes cuantas flores flotan sobre el mar? Dónde está mi tío, mamá, la tele reza cifras y esa es la respuesta.
Ahora el mar es negro, como una masa espesa de petróleo sin estrellas. La espuma es roja, pero no nos devuelve los nombres a la arena, sólo las flores marchitas. No quiero irme todavía.
/Desde acá los extrañamos. No hay un lugar, no hay tumbas, no sé dónde está mi hija, quería abrazarla, o por lo menos despedirme. Quería acomodarle el pelo y decirle que cumplió su sueño de significar un cambio para Argentina. Quería decirle que no fue en vano, quiero darle todas las flores que le he llevado. Pero se han precipitado hacia el fondo del océano y a mí lo único que me quedan, son los recuerdos. Cuántos, cuántos. La esperanza de que no se repita, y la certeza de que allí estaré de nuevo cada jueves… hasta que nos reencontremos, los vivos y los desaparecidos.
-Rebeca Molina Rojas
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ResponderEliminarEra muy joven para morir en aquel grito hacia la libertad, ver mi bandera caer ante la injusticia de los que creen ser dueños de nuestros sueños.
ResponderEliminarEl miedo es el conducto de la oscuridad y mis ojos testigos de aquel nombre que llevan las lagrimas de este espacio oscuro y vacío, realidad. Fuimos todos parte de ella, de los caminos recorridos con palabras de amor que fueron transformándose en gritos de auxilio.
Era muy joven para morir, para dejar mi fe; ver mi bandera caer.
Lizbet tirado
Mujeres, blanco, inconformidad, fe, negro, indignación, México, sangre, juventud, vivir.
ResponderEliminarEscenas que vienen y van, muertes inocentes, muertes injustas, sonidos quedos, juventud perdida.
Ahora todo se ve en blanco y negro, pérdida de colores, pérdida de sentidos; sólo otro color resalta, el escarlata, escarlata de la sangre, escarlata del sufrir, escarlata de injusticia.
Madres que lloran se unen en su inconformidad, multitud de mujeres llenas de sufrimiento e indignación, es hora de que la fe regrese, es hora de exigir y de gritar, es hora de que se haga justicia.
Todos queremos vivir, nadie quiere desaparecer, nadie quiere tener una existencia siega y sorda; debemos poder hablar, debemos poder gritar, no más muerte, no más pérdida.
Vivimos en un mar de asesinatos, de dolor y desesperación, vivimos en Argentina, vivimos en México.
-Mariana Chacón
lista de palabras y una pequeña historia, respecto a dos fotos en particular.
ResponderEliminar1: pañuelo. 2: blanco. 3:hombre. 4: mano. 5: madres.
6: color. 7: sangre. 8: cartel. 9: violadores. 10: justicia.
“Aquel pañuelo con lágrimas”
Aquel hombre valiente que se ha arrodillado en pleno camino, parecía que se derrumbaba con la mirada y la postura que tenía, pero nunca soltó aquel pañuelo color blanco sujetado por la mano izquierda; después las madres, hijas, abuelas, nietas, padres, hermanas y hermanos de los violados, torturados y asesinados frente a la Escuela de Mecánica de la Armada, protestando, mejor dicho pidiendo Justicia, con un cartel conmovedor, con algunas cabezas descubiertas y otras cubriendo desde su frente hasta la espalda con pañuelos, pañuelos blancos, como el que traía sujeto en la mano aquél ciudadano. No es pedir que ni una lagrima mas sea regada, porque ¡Cuando la sangre habla, los huesos duelen! y el pañuelo se convierte en el intérprete de los ojos, secando todas las lágrimas derramadas.
ALICIA E. TADEO FERNÁNDEZ .... ALICTAFE.
Lista de palabras: Fuego, libertad, tierra, viento, hombre, opresión, miedo, lucha, coraje, valor.
ResponderEliminar“Cuando lo único libre es la caída…” –Viviana Ponieman.
La opresión nos azota de lado a lado, no podemos soportar más este tiempo de tantos tiranos; nos quitan la tierra en la que vivimos, con leyes, por la fuerza; con la fuerza que nosotros mismos les dimos. Pero ahora ya nadie los quieres en el poder, nos desaparecen hermanos, padres, hijos, nietos. Hemos vivido acorralados en miedo, sin aires de libertad, no ha habido nadie que nos libere.
Por eso ahora que no queda nada más que nuestras vidas, prendemos fuego a la tierra, porque es nuestra y es nuestro derecho, entraremos con aires de lucha a la muerte y a ésta le sonreiremos, armados de coraje, con nada más que nuestras manos, con nuestros gritos y llantos, en memoria de aquellos que lo hicieron antes que nosotros. Y les agradecemos, aunque los lamentamos, pues nos han dado el valor suficiente para exigir nuestra libertad; de expresión, de difusión, de reunión, de vida.
Cuando todos aquellos que se opusieron han sido tirados al mar, para callarlos, y han sido privados de la libertad y de sus vidas, seguiremos luchando, no sólo por nosotros, sino por todos los hombres.
Diego I. Vicenteño Almaguer.
ESCUELA DE MECÁNICA DE LA ARMADA
ResponderEliminarLista:
Edificio
Sistema
Armas
Adiestramiento
Muerte
Silencio
Cansancio
Lágrimas
Coraje
Máquina
Las nuevas escuelas, hambrientas de la sangre por derramar, aquellas que solo enseñan a matar, aquellas que dejan un silencio en el camino, que hacen gritar a las armas, que hieren a su gente, solo porque así se les enseñó, solo por la victoria de unos cuantos, de unos pocos, de un sin sentir, de extraviarse en lo recóndito de un poder.
Que me enseñen a cantar, que me enseñen a pintar y a volar, que me armen con poesía, que me armen con danza, que me dejen en el mundo para poder hablar, hablar de como salimos del horror, de como somos jóvenes, de como somos ancianos de como en cada generación se esconde un horror, demos flores en lugar de armas, demos vida, demos arte, demos letras...
A. Sarai Piña Luna
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ResponderEliminar1. De.
ResponderEliminar2. Rodillas.
3. Los.
4. Brazos.
5. Todavía.
6. Pueden.
7. Caer.
8. Un.
9. Poco.
10. Más.
He aquí que las voces se callan, dicen que dicen algo, pero se callan. De rodillas, los brazos aún no tocan el suelo. Hay que estar lapidado, uno sobre otro, amontonados.
Abrázame, río, llévame a brazas hasta el mar. Deja que repose éste cuerpo mío, y déjame llorar y llorar. Densa playa que acompañas olas de llanto y alarido, rompe que rompe, llora, hasta el hastío.
¡Ay sangre que dueles! Que enjuagas, que calas, que pagas a hombres y a soldados, niños, madres, estudiantes. Pugna que pugna el hombre y yo me quiero morir sin que se derrame sangre.
Luis Miguel Ortíz Hernández.
No es norte ni Sur
ResponderEliminarSentado en alguna silla podrás escuchar como cae el cielo a pedazos, tan parecidos a las lágrimas que derrama el que ha perdido a un amigo en tan sólo un segundo, luchando por una igualdad recibió el disparo de la intolerancia de una nación, donde no es norte ni sur, donde por la mañana el sol amanece y por la noche la luna aparece, la misma nación que a todos nos duele, donde hay esperanza y se esfuerzan por matarla, donde hay miedos que callan e ideales que gritan, donde hay niños confundidos, ancianos rendidos y jóvenes buscando un nuevo camino , donde hay policías con uniformes cargando un arma y olvidando el alma en casa, donde hay sangre en las venas y derramada en las aceras, donde hay protestas, donde hay brazos cruzados y otros abrazados a algo más que un ideal, algo más allá de una utopía.
¿Desde cuándo soñar se confundió con abusar?
¿Por qué la igualdad se ha perdido entre tanta soledad?
Los gobiernos engordan de ambición mientras el pueblo adelgaza por comisión, un basta, no bastará, un grito más desaparecerá, el dolor crecerá, las lágrimas dejarán de serlo si la indiferencia sigue creciendo, no es el número de muertes, es el número de quienes prefieren mirar el cielo mientras la tierra se está destruyendo, es eso lo que rasguña al corazón, la sonrisa que no recibimos de extraños porque ni siquiera nos atrevemos a mirarnos, las caras son muchas, las miradas pocas, el miedo, el silencio, las quejas, las guerras internas y todo, todo sigue siendo poco mientras prefiramos voltear al cielo.
Por Paulina Martínez
"El poeta es un fingidor
ResponderEliminarQue finge tan completamente
Que hasta finge que es dolor
El dolor que de veras siente."
-Fernando Pessoa
"¡Ay, cuánto me duele!"
Y el Pueblo se incorporó
de sus rodillas magulladas
de tanto rezar y miró al cielo:
"¡Mírame a los ojos, Señor!
Indaga en mi sufrimiento y
apacigua mis sollozos.
Que hoy me siento enfermo,
agotado, idiota y paria,
porque mis hermanos, tus hijos
tienen sangre en la cara y en las manos;
sangre que corre en riberas de ceniza,
entre gritos y sonidos de machetazos,
aquí abajo ¡ay! cuánto has descuidado.
Con todo respeto, mi Señor ¿pero acaso
has puesto tus más crueles rebeldes
aquí en mi mundo? Esos que arrancan
a mordiscos tus retoños y los siembran
entre barro y sangre carbonizados.
Esa crápula inhumana con aliento a plomo
y ojos del mismo Mefistófeles.
¡Alás! Mi malestar no me cabe en el corazón,
Señor; me paso los atardeceres plañiendo
por las calles, con los puños en alto y un gesto fruncido, con lágrimas atrincheradas
en mis ojeras de cansancio, porque no hay
piedra, tumba o altar que pueda soportar
tanto dolor. Los muertos gritan aún bajo
tu Tierra que tan dulcemente nos creó
y su sangre sube hasta mis pies inevitablemente. ¿Hasta cuando tu
tormento nos hallará indultados? ¿Es acaso mi culpa? Hoy te ruego piedad, aclara tus
demonios, esfuma tus rencores, mándame
un hijo fuerte y justo, que su lucha sea la paz
y su envergadura el pensamiento; un domador de quimeras y un sabio del dolor,
un pescador generoso que nutra y sea nutriente ¡Ay, Señor! Si has de destruirme que así sea, mi sufrimiento no sería en vano;
las cenizas son la tierra más fértil y la arcilla más moldeable."
-Luis Santos.
¿Qué somos? ¿Qué hacemos?
ResponderEliminarNos dejamos patear, sillas vacías con fotos, visajes que jamás regresaran
Una ausencia de querer, de paz, de calor humano
Nos faltan millones, no solo 43 no solo cientos, sino millones
La ausencia de los caídos
Nos carcome, nos destruye
¿Qué hacemos? Nada
Sólo protestar sin lograr nada
Carpetazo a nuestras plegarias
Olvido a nuestra vida
Sepulcro a la esperanza
Y fotos en lugar de cuerpos
El rio ya no es azul ni plata
Es rojo.
-Ian Pablo Herández Arias-
1.- Presente.
ResponderEliminar2.- Edificio.
3.- Ciudad.
4.- Abandono.
5.- Dolor.
6.- Promesa.
7.- Soledad.
8.- Hogar.
9.- Tierra.
10.- Arena.
Presente… Presente… Presente… ¡Presente!
El edificio abandonado de esa ciudad desierta me recuerda aquel lugar que nunca visité, pero que me genera la nostalgia que siento al pensar en mi hogar. Mi Tierra Prometida. El cuerpo abandonado no está solo. Hay decenas, hay cientos, hay miles. Todos están presentes. Los veo. Los veo caminando por esa ciudad fantasma. Ese es mi país, es tu país. Ahí descansan, después de una vida que, inmerecidamente, estuvo llena de dolor y miedo. Están ahí. Están acostados sobre la arena. No están solos, todos están presentes.
-Andrés Velasco Torres.
Fotos de desaparecidos, juicio en Tucumán
ResponderEliminarEstas sillas tienen dueño y todos están presentes, no hay desaparecidos, hay muertos y su dolor está sentado aquí, no tendrán cuerpos pero todavía tienen rostro y voz.
Murieron en manos ajenas, no lo decidieron ellos ni fue el destino quien dicto su final, fue la cruda violencia de aquellos que se sientan en el poder.
Hoy el mar huele a sangre y en sus costas se oyen gritos, gritos de los hijos de las madres que jamás olvidaran, jamás se callaran.
Adriana Pliego Villanueva
EliminarPreguntas
ResponderEliminar¿qué horas son?
¿qué quieren?
¿a qué han venido aquí?
Preguntas
¿qué están haciendo?
¿qué van a hacer?
Preguntas
¿en dónde están?
¿cuántos eran?
¿cuántos son?
¿quiénes son?
¿cuántos han muerto?
¿cuántos siguen vivos?
Preguntas
¿qué voy a hacer ahora?
¿qué con tanta ausencia?
¿qué si me falta más de la mitad del cuerpo?
Les preguntas
con un rayito de voz muda
¿cómo voy a vivir después de esto?
No tendrás respuesta
(Hugo Ávila Ramírez)
1. dolor
ResponderEliminar2. miedo
3. catástrofe
4. desapariciones
5. tristeza
6. tiempo
7. maldad
8. inocentes
9. injusto
10. horror
Mientras el tiempo avanza, lo único que profundiza mi mente es el dolor y miedo de esta catástrofe…la tristeza de ver tantas desapariciones de inocentes personas. Es injusto el horror por el que los padres están pasando.
Quiero creer que algún día, la maldad dejará de existir en este mundo.
Por : Michelle Valdez Ovando.
Por Manuel Tort
ResponderEliminarLista:
Movimiento
Flores
Arte
Agua
Coraje
Silencio
Encima
Espejo
Hermoso
Inmensidad
El agua retumba, se mueve, se repugna. Cada gota que lo compone, cada gota de toda su inmensidad. Su coraje es inmenso y casi hermoso.
El mar retumba y nosotros callamos.
¡Mar, no te involucres! ¡Mar, no es tu obligación indignarte!
Pero él se niega a quedarse en silencio.
¿No es mi obligación? Me mancharon de sangre, me mancharon de flores, me mancharon de arte, ¿y dicen que no es mi obligación?
Y, nosotros, encima, lo vemos como el gigante espejo que es.
Los heridos y los débiles
ResponderEliminar“Amplia y dolorosa ciudad donde caben los perros,
la miseria y los homosexuales,
las prostitutas y la famosa melancolía de los poetas,”
-Efraín Huerta
Resulta extraño pensar en eso ahora, los caminos sucios de las calles que nos ven nacer, las fotografías de familia y los suburbios negros; los años muertos de adolecer ausente. Qué más quisiera yo que regresar a los veranos impíos de misas dominicales y jornadas extenuantes de juego. Ahora las noches no son más que sonidos muertos de un ventanal roto y de las grietas en el piso. Un vaso vacío. Dos platos. La vajilla y los silencios rotos. La cocina tuerta, los muebles empolvados, y mi madre, agrietada, junto a la alacena. Las lámparas de los pasillos, el crujir de la madera falsa en el cuarto grande y los silencios rotos, propiciados por una pelea a cientos de rounds con Joe Louis. La muerte no está aquí. La muerte está en otra parte.
-Raúl Aguayo
Esta agua ligera me huele a despedida
ResponderEliminarAnhelo hermoso, el anhelo que anhelaban
Anhelo claro, claro que te anhelo
Muerte solemne, adiós a la vida
Mala suerte
Sobre el agua ligera, ésta, que me huele a despedida.
Por: María Cristina Aguilar Herrera
Madres de plaza de mayo.
ResponderEliminarmujeres
pañales
vejez
perseverancia
pueblo
dictadura
tiempo
dolor
amor
fuerza
El amor vigente, que las hizo perseverar en su búsqueda, sabiendo que tal vez jamás sus hijos regresarían.
El tiempo ha pasado y la vejez a golpeado sus cuerpos, pero su corazón siguió fuerte como símbolo de la libertad.
En la dictadura de Videla el dolor no fue más grande que el amor que estas mujeres tenían a sus hijos. Pañales en la cabeza como recuerdo de los que ya no están, el corazón en la mano en la espera y las agallas a pesar que que ellas también podían desaparecer.
No importa cuánto azotes a tu pueblo, que siempre resucitara mientras la esperanza viva.
-Itzia Durán Arias
Entre el desfile de sombras, escondo mi tristeza. La debilidad no puede expresarse en pocas líneas. No aquí. Desde los barrotes, extiendo un mar amargo desde mis ojos hacia la libertad de la cual hoy no presumo. Fue tu culpa. Tuya sola. Los gritos nunca me pertenecieron. Lentamente, el llanto ha corroído gota a gota el acero de estas rejas levantadas entre ambos, esperando poder estirar los brazos otro día a tu lado, acompañándote en el más profundo de los sueños. Marco en las paredes cada hora, cada nuevo amanecer, cada nuevo pensamiento, sumido en la oscuridad indefinida de esta noche. La realidad no existe cuando las paredes me sofocan. Pienso aun en tu rostro frente al mío. En tus palabras. En tu piel calentada con mi sangre tibia. Ni siquiera mis manos las encontrarías iguales, amor, pues se encuentran tan envejecidas por el clima como las cosechas, cargadas cada tanto en grandes camiones hacia los mercados.
ResponderEliminarDeseaba, al menos al principio, poder tocar tu cuello nuevamente. Oler tu piel. Saborearte. Huir hacia tu tumba como una lechuza silenciosa. Recordar tus ojos agitados, tu respiración decadente, mis deseos azarosos. Caminabas tan tranquila por las calles cargando la despensa. El alimento necesario para tus niños y tu esposo terminó rodeando el suelo al alcanzarte. Perdóname por decirlo, pero desearía volver a encontrarte aquí dentro. Mas son sólo sueños. Sueños, que no puedo resistir un solo segundo más. No aquí dentro. No otra vez. Prometo alcanzar tu tumba esta misma noche, cuando la palidez eléctrica del aire frío me otorgue esa libertad que los guardias nos otorgan al cambiar el turno. Aquí dentro, entre las tantas cabezas rapadas del bloque E, sueño contigo, con alcanzarte, con tenerte. Ninguna condena habrá de detenerme.
¿Qué tanto es cierto sobre la verdad? ¿Qué tanto puedes saber mentira lo que consideras cierto? ¿Qué puede ser cierto de lo que todos consideramos como verdad?
ResponderEliminarLa verdad es subjetiva, la verdad es que hay muy pocas cosas ciertas, como que sangre corre por tus venas, como que la misma sangre que tienes está en el asfalto, la sangre de hermanos, padres hijos, la sangre de tu familia.
La verdad es que hay un vacío en tu corazón y en tu alma, el cual no puedes llenar con nada, pues esta hueco por la misma verdad, esas que faltan y los de arriba ocultan, esas que dejan los platos de comida llenos en las mesas, frente a sillas sin dueño, el hueco que hay en los cuartos olvidados, que solo ocupan el polvo y las gotas saldas.
La vedad es que cuando naces solo tienes algo asegurado y es la muerte. Lo que tienes seguro es que dejaras un vacío en los corazones de tu gente.
Pero aun puedes decidir si te esfumas en el aire como la arena del desierto de la memoria o dejaras una gota en un pequeño estanque en el oasis que ahí encuentras.
En este lugar se cometieron actos inhumanos, así como en muchos otros. Esto es algo muy común actualmente que no mucha gente se impresiona.
ResponderEliminarYo no te conocía, y tal vez sólo hayas sido una persona más en este planeta, pero hay algo que nos une, un mismo objetivo. Tú y yo somos iguales.
Las personas como tú nunca dejarán de existir, dejarán un legado y jamás serán olvidadas. Estarán tus hijos, tu madre para continuar lo que tú deseabas lograr. No se rendirán, y no pueden hacerles a todos lo mismo que te hicieron a ti, eso sería autodestruirse porque ningún hombre puede sobrevivir sin los demás.
Si estos seres que acabaron con tu vida son capaces de sentir algo por sus propios hijos ¿por qué asesinarían a los hijos de alguien más? No sé si son seres humanos.
Jamás deben ser olvidadas esas víctimas, pero no tendrá caso si esto sigue pasando en todo el mundo, si no se logra la justicia.
Melisa Del Valle Leguízamo
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ResponderEliminarA través de la pared (Por David Ledesma)
ResponderEliminarSe va perdiendo el eco con tu nombre
en la frialdad rugosa del ladrillo.
Entre los dos se erige un monumento
que deja al universo dividido.
Todo explota y mi mente congelada,
no me salen los gritos del hastío.
No encuentran mis manos esas venas
que hacían las veces de puentes de batalla.
Ya no queda mar donde encontrarte,
todo lo secaron con la sangre.
Quedan enterrados los testigos
y mi voz se va perdiendo en los resquicios.
Voy a sacarte pronto de mi mente
aunque se resista tu espalda a ser borrada
tu recuerdo no cabe en el dolor
ni en la cama vacía de los ausentes.
Así de insignificante fue la vida
y así de malgastada la razón
de la guerra me duele la partida
y más que cuerpo me falta corazón.